domingo, 8 de mayo de 2011

7 Soluciones para resolver conflictos en la escuela


La escuela vive un debate público tanto por los conocimientos y competencias adquiridas por los estudiantes como por los comportamientos de los jóvenes dentro y fuera de los centros. Unos comportamientos que a menudo se traducen en conflictos y que son un síntoma del 30% de abandono y de fracaso escolar en sociedades avanzadas.

La escuela es una institución básica para nuestras sociedades, favoreciendo la igualdad de oportunidades de las personas. Y a pesar de esta magnífica posición, a la escuela se la critica abiertamente, la mayoría de veces con la voluntad de ofrecer soluciones.

Así, la escuela es objeto de luchas políticas, de malas noticias en los medios de comunicación, de acusaciones constantes de las familias, pero también de denuncias por parte de los profesores y de reacciones de defensa de las direcciones de los centros escolares.

Aunque en España no se ha llegado a este nivel de violencia, el conflicto se ha convertido también en un fenómeno de escuela, tanto para las personas a las que se dirigen y acogen: los y las jóvenes, por la finalidad que se persigue: educar; como por los profesionales que trabajan y con una trascendental responsabilidad: el profesorado. En el medio están las familias, la dirección, las entidades, los gobiernos, los medios de comunicación. ¿Y qué se puede hacer? ¿Qué hay que mejorar? Desde la resolución de positiva conflictos proponemos siete cosas, que se pueden aprender y poner en práctica con éxito:

¿QUÉ HACER?

1. Tener una visión positiva, en el sentido de que el conflicto per se no es negativo ni positivo, y que será de una forma u otra en un función de la gestión que se lleve a cabo. Por lo tanto, que se puede abordar, tratar e incluso resolver.

2. Romper con la dinámica de asimilar la persona con el conflicto. En cambio, creer que el conflicto sólo es el resultado de una interacción mal enfocada, mal conducida y que las personas con ayuda y formación lo pueden llegar a solucionar.

3. Elaborar un buen análisis en cada centro para poder detectar cuáles son las causas que predisponen y generan conflictos y comportamientos agresivos.

4. Sumar las preocupaciones de los diferentes agentes de la comunidad educativa: la del maestro/a para conductas disruptivas como la falta de respeto o de disciplina que interfiere en la consecución de los contenidos curriculares, la social, en referencia a las agresiones y actos vandálicos y que a menudo se relacionan con lo que se enseña o no a los niños y jóvenes, y la preocupación del alumnado o de la familia en relación a situaciones de aislamiento o maltrato entre iguales (dicho también bullying).

5. Ofrecer, al máximo de personas implicadas en la educación, las habilidades para realizar este análisis y lograr las competencias para saber abordar y dar respuesta a los conflictos.

6. Dotarse de fórmulas y sistemas de gestión y resolución de problemas y conflictos, incluso diseñando su propios para cada centro, ya que de nada servirán las nuevas conductas si las actuaciones no se insertan en un proceso global, integral y estratégico.

7. Implicar a las personas destinatarias de la acción en la elaboración de estos procesos: cuanta más implicación, más satisfacción y mejor resultado. Ningún conflicto se da de la noche a la mañana. Al contrario, es el resultado de una serie de percepciones, manifestaciones y reacciones previas que poco a poco hacen que el conflicto escale, paso a paso, hasta estallar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo creo que es muy importante que haya soluciones para resolver los problemas, ya que cada vez hay más, entre compañeros, entre alumnos y profesores.
Maleni 3B

Anónimo dijo...

Estoy contigo Maleni entre todos podemos encontrar soluciones que puedan resolver los problemas.